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miércoles, 15 de diciembre de 2010

LA RADIO DE GALENA


Por: ROSE MENDOZA
rosachaly@hotmail.com

Cuando mi mamá recordaba con nostalgia su infancia, siempre llamó mi atención la historia amorosa de mi tía.

Resulta ser que mi tía era una muchacha muy bella, “-Parecía una Miss”, decía mi mamá, en el pueblo de Paparo (Mir) a finales de los años 30 y mediados de los 40. A los 20 años, y después de un primer embarazo de alguien cuyo nombre no logra recordar, conoció mi tía a un señor de apellido Sisca, hombre adinerado de Caracas y quien viajaba frecuentemente a esa zona para cuidar sus posesiones, entre ellas una hacienda que quedaba en la población de El Sapo. Este señor que le triplicaba la edad, se enamoró de ella y no tardó en llevarla a vivir a su hacienda. De él tuvo mi tía su segundo hijo.

Cuenta mi mamá que cuando él llegaba a la hacienda procedente de Caracas le traía a mi tía finas telas, trajes, zapatos, las últimas novedades de la ciudad, y hasta una radio de galena llegaron a tener. Me contó que cuando llegó aquella hermosa caja, de madera pulidita todo en la hacienda se detuvo, se sentía el ir y venir, el buscar y rebuscar, los pasitos apurados, las risitas.
En la puerta del salón principal de la hacienda se asomaban las cabezas de los niños y de todos a los que se les había anunciado la novedad, mientras, el señor Sisca y mi tía buscaban una mesa y un lugar privilegiado para colocarla. Cuando vieron que el Señor Sisca se llevó las manos a la cintura, y miraba con cara de satisfacción, comprendieron que había llegado el momento.

Uno a uno fueron entrando al salón. Había tal algarabía entre los niños que asistieron al acto, contaba mi mamá, que unos a otros, poniendo su dedo en los labios, se mandaban hacer silencio. De repente todos callaron, hubo un momento como de suspensión en el tiempo, el señor Sisca les miraba por encima de sus anteojos, y con gran parsimonia procedía a dar vueltas al botón un tanto atribulado temiendo haberle fallado a la audiencia. Daba vueltas y vueltas a los botones, se colocaba unos extraños aparatitos en los oídos, y hasta daba algunos golpecitos poniendo su cara cerca de las bocinas como intentando oír alguna cosa. Pero nada, aquella caja se negaba a revelar sus misterios. Algunos, cuchicheando, decían haber escuchado algo, otros que no, que eran los pájaros, mientras el resto nuevamente mandaba hacer silencio. Y así transcurrió aquel día entre mover, quitar y volver a poner.

Un día dice mi mamá, que oyeron una música que salía del salón principal, todos dejaron sus quehaceres, y corrieron hasta allí, y como un milagro por primera vez en aquella hacienda se oía aquella canción que lo envolvió todo y que nunca olvidó:
Acaricia mi ensueño
el suave murmullo de tu suspirar,
¡como ríe la vida
si tus ojos negros me quieren mirar!
Y si es mío el amparo
de tu risa leve que es como un cantar,
ella aquieta mi herida,
¡todo, todo se olvida...!
Desde entonces, alrededor de tal maravilla se reunían para oír cantar a Carlos Gardel o al Ruiseñor de Lecce. Muchas veces se quedaban allí extasiados oyendo un sonido como de lluvia y ruidos agudos en sube y baja que iban para atrás y para adelante, esperando que saliera algo de aquella caja

Para entonces, mi abuela y mi mamá lograron vivir durante algunos años sin mayores privaciones. Pero, todo tiene su final, como cantaba Héctor Lavoe, y el señor Sisca en una de sus estadías en la hacienda enfermó gravemente de ´”un daño en el estómago´”.
La familia de Caracas, incluyendo a su propia esposa, al enterarse de la gravedad del enfermo decidió viajar con el fin de atenderlo, pues, según decía mi mamá, ya estaba en las últimas.
Fue entonces cuando la esposa se enteró que el señor vivía con la lavandera de la hacienda, que era mi tía, y para colmos, ¡tenía un bastardo!

Decía mi mamá que ese día fue horrible; que les echaron de allí con lo único que tenían puesto. Mi madre, que para ese entonces tenía 12 años, no entendía el por qué de los llantos, el por qué los gritos, la prisa. Solo corría junto a mi tía, mi abuela, y los más pequeños, mirando atrás, cual la mujer de Lot, hacia la ventana cada vez más lejana del salón donde había quedado en absoluto mutismo como olvidada en un rincón aquella caja que tantas veces le hizo soñar.
Luego se enteraron que un tal mayordomo de la hacienda se robó todas las cosas que el señor le había regalado a mi tía durante todos esos años, incluyendo la radio de galena.

FUENTE DE LA FOTO:http://estigia.tripod.com/transco3.html

NOTA: Una radio a galena es un receptor de radio que emplea un cristal semiconductor de sulfuro de plomo, también llamado galena para captar las señales de radio en AM en la banda de Onda Media (530 a 1700kHz) u Onda Corta (diferentes bandas entre 2 y 26 MHz).
La radio a galena recibe toda la energía necesaria para la demodulación de las propias ondas de radio, por lo cual no requiere de una fuente adicional de alimentación. Esto lleva, sin embargo, a una baja intensidad de la señal auditiva, ya que carece de amplificación.
http://es.wikipedia.org/wiki/Radio_a_galena

En otras palabras: La radio de galena NO NECESITA ENERGÍA ELÉCTRICA PARA FUNCIONAR PERO SUENA MUY BAJITO LO CUAL OBLIGA A UTILIZAR AUDÍFONOS O A "PEGAR LA OREJA" DEL APARATO EN CUESTIÓN.

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