Por: Andrés Eloy Ravelo Villarroel
anelra52@gmail.com
Maturín, Edo. Monagas, Venezuela.
Ruidos: son superfluos.
Mi alma acaricia los pensamientos
bajo las pupilas de los sueños.
La luna: lame todo mi cuerpo curvado hacia ti.
Hay coros de soledades y presentimiento de amor no correspondido.
Tú emerges de la luna en un haz de espiga de trigo y disipas los residuos
de sombras en esta noche amarilla.
Cuando quiero abrazarte, te desvaneces entre las manos.
Fijo en el tiempo esta noctívaga ansiedad, tratando de navegar en tus cabellos.
Pero quedo inerte en el mar de sábanas. Inmóvil, inmutable.
Mi cuerpo es junco clavado en un lago perdido, ¡y hace frío!
Esta noche me he vuelto una ramita de orégano en tus labios
y el humo de la soledad se sumergió en mis ojos.
Tu imagen susurra lejana en mis sentidos y me convertí en la brisa
que se estrelló en el olvido.
Mi alcoba, tiene un espeso olor a olas marinas,
a húmedas gaviotas, a soles derretidos.
Luego aflora la angustia: ¡tantos, tantos deseos que
se arremolinan en la garganta!
Esta noche, mujer, esculpí tu recuerdo en la almohada
y me volví náufrago atrapado en el oscuro cristal de mis ansias…
FOTO: http://lirasdeangel.blogspot.com/2009/10/naufragio-de-amor.html
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