Por: Griceldys Arias Mellado
Mi tío Perucho, le prohibió a mi tía Simona comprarle a crédito a algún marchante, ya que llegó a tener mas de seis en su haber, y luego no hallaba como hacer para pagarle a todos y no quedarles mal.
Era como un vicio para ella, cada vez que aparecía uno de los señores ambulantes con maleta en mano, no podía resistirse a comprarles algo.
Aquel día mi tío no fue a trabajar, y la angustia de mi tía fue tal, que sudaba cual pollo en brasa, los platos se resbalaban entre sus manos y las ollas se caían en la cocina como si estuviera temblando. Ella sólo de imaginarse que llegaría el turco a cobrarle y mi tío Perucho la descubriera, se moría de los nervios.
En su letargo imaginándose la llegada del vendedor a cobrar, mi tío la llamo por un vasito de agua, “-Simona, Simona, un vasito de agua por favor” y ella en su inconsciencia le dijo “-Dígame señor marchante” y mirándose los dos a la cara, no les quedo más remedio que reírse, y luego lo contaban como anécdota o chiste en alguna reunión o fiesta familiar.
¡Qué tiempos aquellos! cuando el señor marchante iban tocando de puerta en puerta en todo el vecindario, él se esmeraba en convencer al venezolano, en su media lengua española a comprarles en cuotas o a crédito. “-Compre corte barato, paisana” y cuando abría la maleta, tenia adentro la variedad de artículos jamás imaginados: cortes de telas, sabanas, ropa interior, manteles, zapatos, cobijas y hasta cosméticos. Algunas señoras que no le compraban, les decían, “-Hoy no te voy a comprar, turco”, y él le respondía “-No, paisana, no soy turco, soy libanés”.
El marchante de confianza de mi familia se llamaba o le decían “Cristo”, todos le comprábamos y cuando no podíamos pagarle, lo hacíamos la siguiente semana. Cristo nos contaba sobre sus costumbres, su cultura y sus creencias. Nos decía que cuando estaba en su tierra natal tuvo algunas propiedades y que debido a la dominación del Imperio turco sobre el Líbano, en los años 60, los impuestos llegaron a ser extremadamente exagerados, por lo que muchos libaneses igual que él se vieron en la necesidad de vender todo e irse a otros países. El permiso para salir de su país lo firmaban las autoridades turcas, por esta razón, también se les llamó “turcos” a los primeros libaneses que llegaron a Venezuela a través del Puerto de
La inmigración árabe en Venezuela sucedió en la segunda parte del siglo XIX, libaneses y sirios, radicados todos en Caracas, se fueron esparciendo hacia Los Teques y
Nos resulta evidente que estos hábiles personajes dedicados al trabajo y a cuidar sus tradiciones, pues junto a la religión, la gastronomía y el idioma, el buen matrimonio era buscado justamente para resguardar estas tradiciones (el sinónimo del buen matrimonio era con un cónyuge de origen libanés) tradición ésta que fue seguida a gran escala hasta la tercera generación, durante la cual comienzan a presentarse profesionales universitarios en las familias, dando paso a iniciar saltos a la barrera matrimonial y comienzan a registrarse matrimonios mixtos. Hoy en día en su mayoría, son grandes empresarios, los cuales quieren al país que los acogió y forman un componente principal del tejido social de la gran Familia Venezolana.
FUENTE DE LA FOTO:
No hay comentarios:
Publicar un comentario