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miércoles, 13 de octubre de 2010

SARRÍA EN EL CORAZÓN (2)

Cuadro de Francisco Fernández Rodríguez

Barranco-Sarría
1947 | óleo sobre tela | 59 x 80 cms.



Por: GILBERTO PARRA ZAPATA

gparraz2@hotmail.com

guarairepanoparra@gmail.com


/Gracias a la generosidad de su autor continuamos publicando los capítulos del libro

"SARRÍA EN EL CORAZÓN", ganador del Premio "HISTORIAS DE BARRIO ADENTRO"

publicado por la Editorial "El Perro y la Rna" (Red Nacional de Escritores de Venezuela) e impreso en la Imprenta de Anzoátegui en el 2009)

(Memorias de un sarrieño de

los años 40 y 50)

Personaje popular de Sarría

Siempre he sido de la creencia que los grandes hechos

que registra la historia, al menos la convencional, los ejecutan

personajes anónimos. Las grandes obras, por tanto,

son excepcionales y como tal, las ejecutan personajes excepcionales.

Esto viene a colación porque en los años 40 y

50 vivieron y actuaron en el muy caraqueño sector Sarría

de la capital de la República, incluyendo sus barrios aledaños

tales como El Cortijo, Guaicaipuro, Maripérez, Tiro al

Blanco, etc., algunos personajes que seguramente le dieron

ese colorido tan especial que en sus años de gloria tuvo esa

barriada, hoy día tan venida a menos por ser el epicentro o

lamentable referencia de toda la delincuencia caraqueña,

con su lamentable secuela de delitos atroces como atracos,

asesinatos, violaciones y el infamante tráfico de drogas.

Resulta que ahora, en la acelerada transformación que

están sufriendo las ciencias sociales, ha venido tomando

importancia la oralidad, o sea, esa historia menuda, aparentemente

intrascendente, donde puede estar presente lo

real y lo ficticio, que siempre pasaba desapercibida pero

que hoy día es objeto de atención entre los historiadores,

por supuesto, con la condición previa que se le dote de

toda la rigurosidad científica que siempre tuvieron los estudios

históricos, para que se categorice genéricamente con

la denominación historia regional y local. Por lo tanto, lo

que hasta hace poco tiempo pudo haberse considerado un

género menor dentro de los estudios históricos, ahora se le

da la dimensión que requiere y se le reconoce como fuente

importante de la historia convencional.

En función de todo ello, en la descripción de algunos de

esos personajes anónimos y humildes que a continuación

asumimos, y los cuales serán objeto de un detenido análisis

sin perjuicio de ningún tipo al incluirse en esta crónica

liminar, para separarlos de otros personajes y situaciones

que abordaremos en esta obra los denominaremos “Personajes

populares de Sarría” , precisamente porque creemos

firmemente que de esa manera enriquecemos el objetivo

de todo el libro.

Carmen “la Loca”

Tal como su apodo lo sugiere, se trataba de una mujer

que evidentemente sufría de una aguda enfermedad mental.

Esta señora, de tez muy blanca, con la palidez de casi una

albina, de ojos azules y cabellera lacia, pertenecía a una

honorable familia del sector, de hecho era hermana de una

conocida enfermera a quien todos apreciaban por su vocación

de servicio y su adhesión a la cofradía que constituía

la Sociedad Jesús, María y José, a la cabeza de la cual se

encontraba Dolores Rengifo de Ramírez, “la Iluminada de

Sarría”, descrita ampliamente en otra crónica en este libro.

El personaje que nos ocupa, como es de suponer, se trata de

una humilde mujer que habitaba una vivienda improvisada

en una quebrada del sector, y por alguna razón tal vez comprensible,

fue abandonada por sus familiares.

Valga la acotación para decir que en aquellos años, el

imaginario de la gente mencionaba que durante la dictadura

de Juan Vicente Gómez se corría la peregrina conseja de que

como el viejo dictador sufría de una penosa enfermedad, tal

vez lepra, los esbirros de ese régimen secuestraban niños que

mataban para utilizar su sangre en transfusiones que salvarían

la vida del dictador. Luego, muchos habitantes del barrio

afirmaban con el énfasis de quien dice una gran verdad que

la demencia de Carmen se debía a que un hijo de ella fue

asesinado con ese macabro fin. Tantos años después mueve

Sarria en el Corazón

a risa semejante conseja, cuya única explicación es el repudio

que en esos años todavía se sentía por la memoria del

dictador, para entonces recién fallecido.

Carmen “la Loca”, en general, gozaba de la simpatía de

la gente, pues a pesar de su condición, en el fondo se trataba

de un personaje muy servicial, entre otras cosas porque a un

precio muy módico cargaba el agua desde la pila pública

hasta la vivienda de quien le solicitara sus servicios. Otra

conseja que hacía destornillar de risa a la gente era que en

alguna oportunidad sus familiares intentaron recluirla en

un sanatorio para enfermos mentales, un manicomio pues,

pero Carmen, al enterarse de esa intención, se armó de medio

ladrillo que en forma estratégica escondió en su cartera,

procediendo a encasquetárselo por la cabeza al primer enfermero

que pretendió llevársela, disuadiendo de esa manera

tan contundente cualquier pretensión futura de alguien

que intentara ese despropósito. El hecho es que Carmen,

durante muchísimos años, estuvo paseando su magra figura

por las calles del barrio con una lata de agua en la cabeza,

soportando las burlas y las mofas de los muchachos, quienes

le gritábamos a viva voz la siguiente cuarteta, a la que respondía

Carmen furiosamente tirándoles piedras a los autores

de esa broma tan pesada:

Carmen “la Loca”

puso una torta

de mierda seca

para su boca

A estas alturas, los habitantes del barrio extrañamos su

presencia, pero salvo los familiares más cercanos, nadie supo

nunca porqué un buen día desapareció de escena. Cabe suponer

que murió en algún hospital de beneficencia

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