Por: HARVEY HERNANDEZ MACHADO
harvey1906@hotmail.com
El Valle, Caracas.
Conocí a la señorita Alejandra un domingo de mucha lluvia, esa lluvia que cae hasta las cinco de la tarde, nuestro encuentro fue por Caricuao, por la zona de Telares de Palo Negro cuando juntos trabajábamos en el comando de campaña del camarada Jorge por la conquista de la Alcaldía Libertador. Siempre fue una relación de trabajo y de amistad en el más estricto sentido de esas palabras, charlábamos de cosas triviales y nos dedicábamos a nuestras actividades propias de una contienda electoral. Alejandra dominaba el idioma italiano y le gustaba el Reggaetón, y yo le decía que no, que tenía que escuchar Heavy Metal y así transcurrían las cosas. Después de un mes dejé a mis compañeros de comando de campaña, la última vez que vi a la señorita Alejandra hablaba por teléfono y yo cerraba la puerta de nuestra oficina para retirarme y no volver, nunca pensé que eso podría ser mella en nuestra amistad.
Una mañana abrí mi cuenta en Facebook y vi que su foto perfil había cambiado, se mostraba en un vestido que le quedaba muy bien, lo que me motivó a escribirle un bonito comentario, tomé un fragmento de un poema del libro Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada de Pablo Neruda, el cual lo puse en italiano, lo hice para halagar su belleza y nada más. ¡Oh sorpresa! La niña lo eliminó, después de un segundo intento volvió hacerlo y no contenta con eso me eliminó de sus amigos, puedo suponer que en ese momento me consideró un traidor al proceso por el hecho de retirarme de la campaña electoral, pero sigo fiel a la causa. Nunca pensé que esa eliminación me iba a fastidiar tanto, porque de hecho me molestó y mucho, hasta la fecha creo que no hice nada malo, en venganza le mandaba a mensajes de texto a su celular para fastidiarla hasta que estalló “Harvey deja de mandarme mensajes me vas a meter en un problema con mi novio” eso fue el último mensaje que recibí de ella a mi celular.
Si, en la Sociedad de la Información la disolución de una amistad se vuelve dominio de la Internet , es digital y a distancia. Y quien me mandó a plagiar los escritos del maestro Neruda para elogiar a una dama ¿Recuerdan la película El Cartero, donde se relata la amistad de un humilde cartero con el poeta, y el cual tomaba sus poemas para enamorar a la chica más linda del pueblo? Era algo parecido, sólo que a diferencia del cartero simplemente quería tener un gesto de cortesía con una amiga, lo cual a ella no le causó gracia, y por lo que a mí respecta, ya el Facebook no me simpatiza como antes. También recuerdo una de las frases más significativa de la película antes mencionada “La poesía no pertenece a quien la escribe sino a quien la necesita”. En algún momento necesité de los versos del genio chileno y fue para encender la furia de mi bella amiga, nunca pensé que los poemas pudieran abrir una brecha de enemistad
En estos últimos meses cuando la lluvia ha retornado a la agitada vida de nuestra capital recordé a mi entrañable ex-amiga, recordé el domingo lluvioso cuando recorrimos los Telares de Palo Negro junto con el camarada Jorge por la conquista de la Alcaldía Libertador , ese día nos mojamos hasta las puntas de las orejas, hablando de Reggaetón, Heavy Metal, celulares y en qué momento me agregaba como amigo en la famosa red social, pero la sentencia viene sola a mi mente: Alejandra ya no me quiere, incluso, me atrevo a pensar que mi nombre ni lo recuerda, pero recurro a mi viejo libro sobre el amor y la desesperación del maestro chileno y puedo leer con claridad:
…Me gustas cuando callas y estás como distante. Y estás como quejándote, mariposa en arrullo. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: déjame que me calle con el silencio tuyo. Déjame que te hable también con tu silencio claro como una lámpara, simple como un anillo. Eres como la noche, callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo…
Entonces sonrío y me digo a mi mismo que la ausencia y el olvido no pesan tanto.
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