Por: MARBELLA GARCÍA MENDEZ
Valencia, estado Carabobo, Venezuela
marbeg@cantv.net
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Mi hermano Francisco Antonio, en los primeros años de bachillerato le contaba a sus amiguitos increibles historias sobre como era la vida en casa, es decir, las supuestas comodidades que tenía (buena comida, fantánsticos juguetes, ropa de marca, entre otras cosas que se le ocurría inventar)
Bueno, ¿que niño a los doce o trece años no es un soñador? y más con todas las privaciones por las que pasamos en nuestra niñez a principios de los años setenta en la península de Paraguaná (edo Falcón).
El caso es que todos le creian sus historias, hasta que un buen día (o un mal día para él) sus compañeritos de colegio le fueron a visitar y él no estaba. (Claro que no estaba porque mi mamá lo había enviado a buscar un hazde leña en las cercanías de nuestra humilde casa).
El pobre al percatarse que había visita no conseguía la manera de regresar, porque se moría de la pena...
¡Pobre Francisco! se asomaba a ver cuando sería que los amiguitos se irían, pero estos nada que se retiraban. Hasta que se armó de valor y entró con su haz de leña al hombro y no le quedó otra cosa que comentar:
¡Pobre Francisco! se asomaba a ver cuando sería que los amiguitos se irían, pero estos nada que se retiraban. Hasta que se armó de valor y entró con su haz de leña al hombro y no le quedó otra cosa que comentar:
"-Aquí buscando leña, porque mañana vamos a hacer una parrilla y tenemos que preparar todo con tiempo..."
Hasta ese día le duraron sus fantasías de niño rico, porque nuestra madre le hizo entender que entre cielo y tierra no había nada oculto y sobre todo que ser humilde no es un delito.
Hoy, casi cuarenta años después, junto a mi hermano Francisco Antonio quien es Lcdo. en Ciencias Criminalísticas y Abogado de la República, recordamos esa historia y la tenemos muy presente siempre:
Hoy, casi cuarenta años después, junto a mi hermano Francisco Antonio quien es Lcdo. en Ciencias Criminalísticas y Abogado de la República, recordamos esa historia y la tenemos muy presente siempre:
"-Es mejor no inventar, no vaya a ser que me pillen como a Francisco con la leña al hombro... "
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