CONRADO OBERTO

Por: Marbella García Méndez.
Valencia - Estado Carabobo - Venezuela.
marbeg@cantv.net


Conrado Oberto fue un gran amigo de mi padre.  Un buen día, a mediados de los años setenta, nos visitó en nuestra casa; mi padre cuya profesión era talabartero estuvo toda la mañana mostrándole los artículos en cuero que confeccionaba; llegado el mediodía almorzó  y se retiró luego de la comida. Mi papá le acompañó hasta la salida donde Conrado había amarrado su caballo y éste se dispuso a montarlo. Pasado un buen rato, papà notó qué el caballo estaba dando vueltas, caminó hacía él y fue entonces cuando vió a su amigo tirado en el suelo muerto.
 ¡Imagínense la impresión que se llevó el pobre!  Corrió hasta la casa donde se encontraba mi hermana Carmen durmiendo la siesta y sin más preámbulos le dijo:
 "-Carmen Rosa, y ahora que hago yo con éste hombre que se acaba de morir".
 Mi hermana cuenta que fue hasta donde estaba Conrado y por mas que lo batuqueó nada que éste se movía, al tiempo que mi papá le decía:
"-Déjelo quieto, que allí no hay nada que hacer, debió haberle dado un infarto"...
La noticia del hombre que fue a visitar al amigo y se murió en la puerta de la casa corrió como pólvora por todo el pueblo, tanto que al finalizar la tarde cuando regresamos del colegio estaban velándolo los familiares, amigos, vecinos y conocidos tanto de nuestra familía como de Conrado y éste en el lugar exacto donde había muerto cubierto con una sábana blanca,  y las autoridades competentes y el médico forense nada que llegaban.
  Por la noche se llevaron a Conrado a la morgue y al caballo a su casa (Fué lo que nos dijo mi papá al día siguiente) y ese mismo día  hizo una cruz de madera que colocó en el lugar dónde su amigo había fallecido.
  Recuerdo que luego que mi papá colocó la cruz,  no se nos ocurría pasar por allí después de las 7:00 de la noche," por si acaso."