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viernes, 25 de junio de 2010

¿SERÁ FICCIÓN?

Hace ya varios meses que comencé a publicar en este blog.  Cuando dí inicio al mismo lo hice con la finalidad de tener un sitio desde el cual proyectar mis escritos y también desde donde difundir BUENAS noticias. De hecho, al elegir el título, una de las opciones que tenía era  "zona antistress". Pensé en tener una "revista" de cosas positivas y acostumbro andar "a la caza" de esas notas cuando  leo una revista, el diario o cuando por la calle reparo en  los avisos que particulares colocan en distintos sitios de la ciudad.
Una buena parte de los "avisos clasificados" que a veces aparecen allí vienen de esa fuente: Veo un cartel o afiche en algún sitio con información que me parece que debería difundirse, lo copio y publico.
El lunes 22 de junio, revisando un diario capitalino de fecha viernes 18, me di a la tarea de leer diversos anuncios que aparecen en una página en  la cual publican en forma gratuita los mensajes de texto enviados para este fin por los lectores. Me llamaron la atención tres avisos en particular: Uno en el cual un señor advertía a quienes leyeran la página que tuvieran precaución al colocar avisos acerca de casas en alquiler porque algunas personas tomaban  los números telefónicos con el único fin de molestar a las otras y dos avisos solicitando empleo, uno de parte de una joven que decía tener un año  de graduada en Educación y que necesitaba el trabajo para ayudar a su madre enferma de cancer, y el otro de una señora que ofrecía sus servicios como camarera medio tiempo en un colegio o clínica.
Tome los números telefónicos de ambas y les envié el mismo mensaje: Que si a la fecha aún no habían obtenido el  empleo, me autorizaran a colocar sus anuncios en forma gratuita en mi blog.
La joven de Educación nunca respondió el mensaje, tampoco atendió a las llamadas.
La señora camarera me respondió preguntándome quien era yo. Me identifiqué y enseguida me envió cuatro mensajes de texto los cuales transcribo a continuación:
“Después de la experiencia que tuve ya no creo en anuncios. No me pasó nada pero para mí no es buena. Doy gracias a Cristo Jesús  que me cubrió con su manto. Amén, amén.”
“Sr. Usted no sabe lo que ocurrió ese día. Por fa lo mejor que puede publicar es que no confíen en todo el mundo. Lo que me ocurrió fue algo extraño. No me robaron ni me v...”
“...iolaron, sólo Cristo Jesús me sacó de esa clínica pero a todas las personas que les cuento me dicen que me iban a quitar un órgano de mi cuerpo. Por fa alerte a todas...”
“...esas personas necesitadas de empleo”.

Intrigada, comencé a escribirle otro mensaje cuando me entró una llamada suya. Le dije que le iba a dar el número de teléfono de mi casa para que me llamara allí ya que las llamadas a celulares son muy caras. Así lo hice, me llamó de inmediato y me contó todo. Esta fue su historia:

El viernes 18  salió  publicado su aviso. Ese mismo día, en la mañana,  le telefoneó un señor quien dijo ser inspector del Ministerio del Trabajo. Prometió ayudarla a conseguir empleo en una clínica y quedaron de acuerdo en encontrarse en la Estación Bellas Artes del Metro de Caracas a las 12:30.  Le pidió que llevara su curriculum, dos fotos tipo carnet y un recibo de luz.
Puntual y con todos los recaudos estuvo ella en Bellas Artes, telefoneó nuevamente al señor quien le dijo que estaría allí en veinte minutos y que iría con un pantalón azul y una camisa marrón.
Así fue: se encontraron y la señora le entregó el curriculum. El señor la condujo a una clínica de las cercanías. Allí entró con ella a un consultorio, salió, luego la condujo a otro consultorio de la misma clínica.
La señora dice que en ese momento comenzó a sentirse rara, y a moverse como una autómata siguiendo fielmente las órdenes que le daba el hombre de moverse, pararse o sentarse. En un momento dado se le acercó una mujer vestida de blanco que ella supone era una  enfermera, pues llevaba una inyectadora en la mano.  Se le acercó, pero luego se alejó sin tocarla. Repentinamente sintió una fuerte voz que le decía “LEVÁNTATE Y VETE DE ALLÍ”.
Se levantó, trató de irse, a partir de allí sus recuerdos son confusos. Sintió que la empujaban, que la halaban de las manos, pero sin tener conciencia clara de hacia dónde iba o qué hacía realmente.
Cuando volvió en sí plenamente se halló deambulando por los lados de Parque Carabobo. Me dice que le sorprende que no le hicieran daño, no la robaron (a pesar que llevaba en la cartera BsF.1.000,oo procedentes de unos productos que vende “para ayudarse” ya que está desempleada), no la violaron.
Llegó angustiada a su casa y trató de comunicarse con la chica que decía tener la madre enferma de cancer, para advertirla que no fuese a caer en la misma trampa pero por más que lo intentó no logró comunicación alguna.
Su angustia fue mayúscula cuando se enteró que en la Urb. Montalbán habían hallado el cuerpo desvanecido pero aún con vida de una señora, al llevarla al hospital notaron que le faltaba un órgano y a pesar de los esfuerzos médicos la señora murió.
Mi interlocutora me dijo que pensaba que eso era lo que iba a sucederle a ella, que seguramente cayó en manos de inescrupulosos traficantes de órganos. Me autorizó a publicar su historia, me dijo que podía dar su nombre real y su número telefónico para que quien la llamara pudiera corroborar lo cierto de la narración.
Le dije que me parecía peligroso para ella dar sus datos de esa forma, que podía atraer represalias de parte de los implicados en el caso. Luego me di cuenta de algo grave: “ELLOS” ya tenían no sólo su nombre completo, número de Cédula de Identidad y teléfono sino HASTA SU DIRECCIÓN EXACTA  escrita en el currículo y corroborada por el recibo de luz.
Me comprometí a reservarme sus datos y  publicar su historia. Algunos  puntos de la misma son tan extraños que hacen dudar de su veracidad, cosas como...pensar qué posibilidades de escape tiene una persona dopada en manos de una banda o dónde se publicaron las noticias del hallazgo de la señor de Montalbán, pues un caso tan grave hubiera tenido amplia cobertura por parte de los medios de comunicación.
 Sin embargo, sea cierta o no esta narración...más vale precaver que lamentar.
De ser cierta, si quien me llamó hubiera sabido de una historia similar no habría ido confiada a encontrarse con un desconocido. Si la señora hallada en Montalbán hubiera escuchado una historia parecida tal vez no habría perdido la vida. Esta no es una “noticia buena”, pero...creo que vale la pena publicarla y divulgarla ya que, independientemente de que sea cierta o no, el darla a conocer pondría sobre aviso a las personas ingenuas con respecto al peligro de encontrarse con desconocidos y podríamos hacer algo mejor que difundir  buenas noticias: podríamos salvar vidas.


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