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sábado, 12 de junio de 2010

UN CUENTO DE FUTBOL

Cuarenta segundos para terminar el partido y frente a él Victor “el chutador solitario” preparándose para realizar el penalty que, de originar un gol, le subiría a la gloria por llevar a su equipo POR PRIMERA VEZ EN LA HISTORIA a ser campeón mundial de futbol.
Como si fuera a morir, Wilson, vió pasar frente a sus ojos en un segundo toda su vida: su infancia pobre (¿Pobre? ¡Ojalá! Más bien menesterosa), el rancho en que vivió de niño y adolescente (paredes de maderas desiguales, techo de zinc-hojalata), su juego diario de futbol (descalzo en las calles de tierra) con cualquier cosa como balón: una bola de periódicos apelmazados y atados con un pabilo, una pelota semidesinflada que algún niño màs afortunado había echado al basurero, una cabeza de muñeca de goma que rodaba de portería en portería mientras en algún rancho del barrio alguna niña lloraba desconsolada abrazando un cuerpo decapitado de goma)…
Tenía qué detener ese penalty. Notó que Victor tensaba los músculos y supo que ese era el momento…
El “chutador solitario” era el Rey de los Penaltys, difícil de predecir, unas veces hacía una finta en una dirección y chutaba en otra…otras veces en la misma direcciòn…dependiendo del lugar al cual se desplazara el portero del equipo contrario.
Y era como si adivinara hacia dónde se iba a lanzar el arquero…hasta se corrían rumores de que un pacto con las fuerzas oscuras le permitía leer el pensamiento del jugador que enfrentara…
Victor corrió decidido hacia el balón, Wilson de improviso tuvo una corazonada y se lanzó en la dirección elegida justo unas décimas de segundos antes que Victor pateara hacia él.
El balón, como una bala, chocó fuertemente contra Wilson quien con él abrazado y los ojos cerrados rodó por la grama apretándolo contra su pecho.
Dolía, pero no se atrevía a soltarlo ni a abrir los ojos.
La muchedumbre rugió electrizada:
-“¡¡¡¡¡ WIIIIIIILLLLLLLLSSSSOOOOOOOOOOONNNNNNNNNN ¡!!!!!!!!
¡¡¡¡¡WIIIIIIIIIIIIIIIIIIILLLLLLLLLLLSSSSSSSSOOOOOOOOOOOOOOONNNNN!!!!!!
-“¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Wilson, Wilson, hora de irnos a la cancha a vender empanadas!!!!!
¡¡¡¡¡¡¡WWIIIIIIIIILSSSSSSSSOOOOOOOONNNN ¿qué es eso que tienes allí??
Wilson abrió los ojos, con dificultad enfocó la mirada fijándola en el techo de zinc-hojalata y en las paredes de madera pobrísima y en la cara ajada de su madre que le miraba con una mezcla de disgusto y desconcierto.
Redujo la presión de los brazos contra su pecho y entre ellos apareció una cabeza de muñeca de goma sucia y llena de arañazos producto del último partido de futbol de la noche anterior.
No se desalentó: Un día tendría entre sus manos un balón verdadero,nadie le haría desistir de su sueño hasta verlo convertido en realidad.

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