Por: Griceldys Arias
Aunque no estaba segura de traerlo a casa, buscamos un nombre que ponerle: Roco, Roky, Boby, Chester, Kino. Lo nombramos Kino, ya que no era común. Tenía apenas 28 días de haber nacido, todavía no estaba destetado, por lo que pasamos varias noches sin dormir, mientras se acostumbraba a la leche maternizada, a tomar agua, a los olores de casa y por supuesto a nosotros.
Por ser un Pinscher Miniatura, era demasiado pequeño, todavía recuerdo me cabía en una mano, lo arropaba con una cobijita porque sentía mucho frío. Enseguida me encariñé con él, creo que él pensó que yo era su mamá, porque después llegamos a ser muy buenos amigos.
Pronto se sintió a gusto y era el consentido de la casa, era muy juguetón, al principio había que guardar muy bien las medias, los zapatos y sandalias, pero enseguida aprendió a respetar. Me saltaba encima cada vez que llegaba de la calle.
Kino era muy inteligente, cuando sonaba el teléfono, se desesperaba e iba hasta donde estuviera y me avisaba de la novedad. Le gustaba mucho su alimento para perro, pero también el pollo y el helado y cuando alguien se me acercaba primero bufaba y luego esperaba el grito mío – Kino, ya!!! es un amigo – y luego movía la cola, en signo de aceptación y compartía amistosamente, era pura bulla...
De vez en cuando se subía a mi cama, solo cuando yo se lo permitía, era muy educado, lo enseñé que hiciera sus necesidades en un papel periódico, cerca de su sitio de dormir.
Cuando yo estaba fuera de la casa, él sabia cuando estaba cerca, y si le preguntaban :¿Ya viene mamá, Kino? –saltaba de la alegría advirtiendo que pronto llegaría.
Mi mamá me decía – “Ese perro va hablar un día de estos!!!”
En la mañana cuando regaba las matas, le daba permiso para estar en el jardin. Enseguida marcaba su zona, le ladraba a los gatos que se subían en el alero, a las ranitas y a los sapitos que saltaban en el agua del riego y al morrocoy que vivía entre la grama y las plantas, él se creía el rey, bueno, él era el consentido!
Cuando lo llevaba al veterinario, a ponerle las vacunas, reconocía la calle y apenas llegábamos a la esquina para cruzar a la clínica no quería entrar, pero yo con mucho cariño le advertía que era necesario, al igual que el baño, para su salud. Creo que entendía, por que al final con un gesto de sumisión se quedaba quieto y lo aceptaba con resignación.
Un día, me fui a trabajar lejos de mi ciudad, donde no podía llevarme a Kino, sentía que a él igual que a mí le dolía esta distancia, pero tuve que dejarlo, donde me lo cuidarían hasta que yo pudiera obtener una nueva casa. Lamentablemente la espera fue larga, y un día Kino decidió irme a buscar, pero nunca más regresò. Lloré muchísimo! pero ahora estoy contenta, porque mi papá que está en el cielo, en sueños me dijo que Kino está con él. Kino llegó a mi, cuando menos lo esperaba, me resistía a tener un perro, sin embargo, por ser un animalito tan bello, educado, fiel, inteligente y obediente, llegó a llenar una parte de mi vida, y sobre todo aprendí a querer a los perros y a todos los animales del mundo.
COMENTARIOS A ESTA ENTRADA:
Por Griceldys Arias Mellado el A KINO, CON CARIÑO el 28/10/10
Hola amigo, gracias por leer mi historia. Efectivamente mi papá me ha revelado muchas cosas en mis sueños. Saludos fraternales, Griceldys
2 comentarios:
Muy hermoso sentimiento y tu relato me recordó a una perrita que perdí hace muchos años.
Que bueno que pudiste sentir ése alivio de que el perro se reuniese con tu papá.
Yo a mi papá a veces me lo encuentro en los sueños, nos reunimos como si nunca se hubiese ido.
Hola amigo, gracias por leer mi historia. Efectivamente mi papá me ha revelado muchas cosas en mis sueños.
Saludos fraternales,
Griceldys
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