Es extraño el tiempo y a la vez relativo porque se hace lento hasta los 25 cuando siempre quisiéramos tener más edad y nos cuesta esperar el futuro. Pero después de los 25 los años comienzan a correr y a partir de los 50 vuelan y siempre nos parece que envejecemos demasiado pronto o que, como me dijo un querido y contemporáneo amigo, "la vida no alcanza".
La hermana Fidelis, una monjita italiana que conocí cuando cursaba Teología en el "Lumen Christi" en Córdoba, Argentina, una vez me contó: "Cuando tenía 16 años comencé a tener palpitaciones, mis padres, preocupados, me llevaron al médico quien después de examinarme nos tranquilizó: -No se preocupen, ese corazón está tan bien que le durará setenta años. Recuerdo que me alegré mucho de sus palabras, pero hoy, que tengo 69, NO ME HACEN NINGUNA GRACIA".
A mis 50 años , con un único hijo de 7, a veces pienso: "Que Dios me conceda ver en vida a mi hijo ya independiente, profesional, con una familia formada, para irme en paz..."...pero...conociendo como somos los humanos, tal vez con el correr de los años al verle ya graduado, casado, con esposa e hijos mi pensamiento sea: "...que Dios me conceda larga vida para ver a mis nietos graduados, independientes y con sus familias formadas, para irme en paz..."Así es el elemento humano.
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